Los evangélicos
nicaragüenses siguen denunciando la situación de crisis e inseguridad. La
Alianza Evangélica pide a entidades internacionales que actúen para que “cese la
represión y mortandad del pueblo”
El conflicto que se vive en Nicaragua
en las últimas semanas sigue afectando a entidades e iglesias evangélicas de la
zona.
Tanto pastores evangélicos
como sacerdotes y obispos católicos han sido blanco en los últimos días de la
represión por parte de las autoridades nicaragüenses. El obispo de Estelí, Juan
Abelardo Mata, sufrió este domingo un atentado del que salió ileso. La agresión
fue perpetrada por efectivos parapoliciales. Por su parte, un pastor afiliado a
la Alianza Evangélica Nicaragüense fue detenido de manera arbitraria hace poco
más de una semana.
La Alianza Evangélica
Nicaragüense ha hecho público un comunicado el 10 de julio en el que denunciaba
la escasa seguridad para los ciudadanos, pedía al Gobierno que cumpla con la
legalidad y reclamaba “respeto” ante “el flagelo de intolerancia e injusticia
que a diario están viviendo (evangélicos y católicos)” al denunciar “con voz
profética los atropellos que hoy vive Nicaragua”.
La Alianza Evangélica
solicita en la misiva, firmada por su presidente Mauricio Fonseca, que los organismos
internacionales de Derechos Humanos de la ONU, la OEA y la Comunidad Europea
actúen “con mayor beligerancia a fin de que el Estado de Nicaragua a través de
su Ejecutivo respeten los derechos humanos y cese la represión y mortandad del
pueblo”.
REPRESIÓN A CRISTIANOS
Evangélico Digital tuvo
acceso exclusivo vía telefónica a fuentes totalmente confiables en Nicaragua,
conocedoras de la realidad que está viviendo el país, y cercanas a la iglesia
evangélica y católica, las cuales han pedido encarecidamente guardar su
anonimato.
“Aquí hay una persecución a
todo lo que es el cristianismo. Tanto a pastores como a sacerdotes, los
paramilitares han expresado, que los van a agarrar a golpes. Ellos consideran
que [pastores y sacerdotes] están haciendo daño”, explica una fuente en
conversación con Evangélico Digital.
“Me llama el sacerdote [de
la comunidad] y me pide que me persone a su iglesia católica. Cuando llego él
no está, pero hay un alboroto como a una cuadra de distancia. En la iglesia me
dicen que vaya ahí. Yo voy, y al llegar veo que están masacrando a un joven. Lo
estaban masacrando personas encapuchadas. Entonces yo me tiro sobre el joven
porque mi función es evitar, de cualquier lado que sea, la violencia. Levanto
al joven y el sacerdote se acerca a mí para que no le sigan dando. Entonces el
sacerdote y yo tomamos al joven y lo llevamos a la casa cural de la iglesia. El
padre tiene un amigo que es médico quien llega a curarlo. El joven nos agradece
al sacerdote y a mí y nos dice: ‘si no hubiera sido por ustedes, me hubieran
matado’. Yo le digo al joven: ‘Nuestra función es que no agredan ni violenten
los derechos de ninguna persona sin distingos de colores, ni religiones, ni
etnias. Aquí estamos para ayudarle a las personas, que no las dañen ni
físicamente, ni verbalmente’”.
“Fui a dejar a mi esposa a
la casa de un familiar. Cuando llegamos, vemos muchos paramilitares y policías
encapuchados. Entro a la casa y le digo a mi esposa, ‘no voy a comer, dame la
comida para llevármela porque estoy viendo muchas cosas aquí peligrosas, hay
mucho paramilitar’. Yo salgo de la casa y cuando voy caminando como a los 30
metros me ponen cuatro fusiles M16, unos de frente a mi cara y los otros atrás.
Me preguntan [la identidad] y yo digo que sí, yo soy. Entonces me ofenden con
palabras vulgares, groseras. Me montan a un vehículo, me ponen una M16 en la
cabeza y se disponen a disparar. Entonces yo digo ‘espérame hermano, voy a
orarle a mi Señor’. Y le digo al Señor que le entrego mi espíritu. Y después
les digo, ‘ya, haga lo que tenga que hacer’. Ellos dicen, ‘No, te vamos a
llevar’. Me llevaron a la estación de policía y ahí me golpearon. Me golpearon
bastante y me encerraron”.
El entrevistado explica que
teme por su vida y por la seguridad de su familia: “Yo ando buscando
protección. Porque la vida de mi familia… [se entrecorta la voz en el teléfono]
mi hijo está prácticamente encarcelado, no puede salir de la casa. La situación
aquí es muy difícil. Hay pánico, hay terror. No sé qué decir, no sé qué hacer.
Estamos orando, pidiéndole al Señor que nos proteja porque aquí la vida, no
vale nada. Absolutamente nada en estos momentos”.
Además, muestra su
desconfianza en una resolución mediada: “Esto no tiene cómo resolverse de una
forma pacífica. No se puede. Aquí hay personas que están dirigiendo que no lo
van a resolver de forma pacífica. Con marchas, con trancones… con eso no van a
quitar al Gobierno actual. Nunca lo van a quitar así. Ellos lo han expresado
públicamente; se llegó al poder con armas, y si no es así nadie los va a
quitar”.
Fuente protestantedigital.com
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