El rol de la mujer en la
iglesia
Hoy
día existen muchas controversias sobre el rol de la mujer y su liderazgo dentro
de la iglesia, principalmente debido a las diferentes opiniones de muchos y la
falta de una correcta interpretación de la Palabra. La controversia se divide
en 2 posiciones principales: aquellos que creen que la mujer no debe ejercer ningún
tipo de liderazgo o servicio en la iglesia y aquellos que entienden que sí. Del
primer grupo no diremos mucho, y es difícil ver cómo reconciliarían su postura
con todo el consejo de Dios. Ahora bien, los que entienden que la mujer sí
puede ejercer liderazgo dentro de la iglesia pertenecen a uno de dos campos:
egalitarianismo y complementarianismo.
Argumentando
desde Gálatas 3:28
Los egalatarianistas tienen la creencia de que el hombre y la mujer son
iguales, y que cada uno puede igualmente llenar cualquier rol en la iglesia.
Este grupo fundamenta su creencia en el pasaje de Gálatas 3:28: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”. El
problema con el uso de este pasaje al hablar de este tema es que el contexto en
el que Pablo está hablando aquí es un contexto de salvación, y no de roles. Si
intentamos aplicar este pasaje a los roles, estamos sacándolo del contexto en
el que fue escrito, y esto se puede confirmar interpretando la Escritura con
otros pasajes.
Al leer los versículos anteriores a este pasaje (Gá. 3:23-27), vemos que el Señor nos habla del rol de la ley
para guiarnos a salvación, y el versículo posterior (Gá. 3:29), habla de nuestro lugar en la familia de Dios como
descendencia espiritual de Abraham. Una simple lectura al contexto nos deja ver
que el pasaje no está hablando de roles: atribuírle este sentido es violentar
el significado de las Escrituras. De hecho, si concluímos por este paaje que el
hombre y la mujer son iguales en roles, tendríamos que concluír que lo mismo
sucede con el esclavo y el libre. Sin embargo, Pablo le ruega a Filemón que
deje libre a Onésimo, quien era su esclavo (Fil. 1:8-12). Sí, ellos eran iguales en dignidad delante de
Dios, pero uno era el esclavo y el otro el libre.
Iguales en dignidad, con roles diferentes
Por su parte, los complementarianistas creemos que ambos géneros son
iguales en dignidad, pero cada uno tiene un rol especifico dado por Dios. 1 Pedro 4:7 y 1 Corintios 11:11-12 dan evidencia de esto. De hecho, el complementarianismo es un tema que corre a
través de la Biblia completa, comenzando en Génesis con la creación de la mujer
como una “Ezer” o ayuda idónea –porque no
era bueno que el hombre estuviera solo–, y continuando como un hilo a través de
ambos testamentos. Adán dijo en Génesis 2:23 “…Esta es ahora hueso de mis huesos,
y carne de mi
carne;
ella será llamada mujer,
porque
del hombre fue tomada”. Hueso de mis huesos en hebreo tiene el sentido de
alguien igual a uno. Por tanto, su valor y dignidad eran iguales a los del
hombre. Eva fue creada como una ayudadora para trabajar a su lado,
complementando las áreas donde a él le faltara. La ayuda era para que juntos
pudieran ser más fructíferos.
Donde la confusión comienza es en 1 Corintios 11:3: “Pero quiero que sepáis que la cabeza de
todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de
Cristo es Dios”. Pero debemos decir que ;a confusión no es tanto bíblica, sino
más bien cultural. Lo que el Señor está diciendo es que somos iguales en
dignidad, pero tenemos roles diferentes. El problema está en que nosotras
traemos la cosmovisión del mundo, donde el líder tiene más valor que el
subordinado. Esta no es una enseñanza bíblica. Tal cosmovisión necesita ser
transformada por medio de la renovación de nuestra mente a través de las
Escrituras.
Liderazgo en la mujer
Es evidente que la mujer de Proverbios 31 es una persona muy
inteligente, con muchas capacidades, incluyendo el liderazgo y los negocio. Las
diferencias en el liderazgo entre hombres y mujeres están en las formas de
liderar. El hombre por naturaleza es más racional, y su forma de liderar es más
con confrontación y/o con poder. Por su parte, en la mujer el liderazgo se
muestra más en su capacidad de influenciar aquellos que están a su alrededor.
Cuando nuestro propósito de vida es glorificar a Dios, la influencia que
ejercemos es poderosa y positiva. Pero si el glorificar a Dios no está en
nosotras, la influencia puede ser destructiva, como vimos con Eva (Gn. 3:6) y con Herodías (Mt. 14:1-10).
Entonces, la mujer debe trabajar en la iglesia ayudando al liderazgo
masculino. ¿Quién puede entender las mujeres mejor que una mujer? Y como el
género femenino fue creado con la capacidad de conectar, cuidar y nutrir a
otros, ¿quién mejor que una mujer para trabajar con los niños? Y debemos tener
cuidado de no inferir que aquellos que trabajan con los niños, por ejemplo, son menos dignos que quienes están predicando desde el
púlpito.
Proverbios 31, aunque está hablando sobre el trabajo del hogar,
demuestra claramente que la mujer debe ser trabajadora. Es evidente en las
Escrituras que el hogar es el primer ministerio de la mujer; pero cuando
no se tienen niños o cuando ellos han crecido, la mujer tiene el tiempo y la
experiencia para ayudar en su segunda familia, la iglesia (Mt.12:49-50). El Señor nos dejó un legado, y está sobre
nuestros hombros pasarlo a la próxima generación. De hecho, Pablo manda a Tito
en 2:3-5 a instruir las mujeres a pasar el legado:
“Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no
calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a
las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser
prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para
que la palabra de Dios no sea blasfemada”.
La mujer sí posee un papel importante sirviendo dentro de su iglesia.
Nuestros dones y talentos deben ser usados para la gloria de Su nombre y el
servicio de Su pueblo. Al entender que una mujer puede ser diaconisa (Ro. 16:1, 1 Ti. 3:11), una mujer puede servir en todo lo que implica el diaconado de iglesia:
- Ayudando a la organización en la
iglesia.
- Colaborando en diferentes eventos.
- En la recolección de ofrendas.
- Sirviendo en la limpieza.
- En
el trabajo de sonido o la grabación de los mensajes.
Además, basado en el mismo texto que vimos arriba (Tito 2:3-5), entendemos que una mujer puede:
- Enseñar
en la escuela dominical.
- Ser
parte del ministerio de jóvenes.
- Enseñar
a otras mujeres en estudios bíblicos.
- Ser
mentoras de otras más jóvenes.
- Liderar
–junto a su esposo– un grupo de parejas.
Además, debido a que todos estamos instruídos a cantarle al Señor, por
supuesto que las mujeres pueden ser parte del grupo de adoración.
El verdader potencial se alcanza cuando ambos géneros se dan
cuenta de que cada uno tiene dones, habilidades y llamados diferentes. Y cuando
trabajan en equipo, entendiendo sus roles, cada uno puede ayudar el otro a
cumplir con el llamado que el Señor está dándoles. La realidad es que no somos
nada sin Cristo, y somos mejores juntos.
Escrito por: Catherine Scheraldi de
Núñez esposa del pastor Miguel Núñez, es doctora en medicina, con
especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia
Bautista Internacional. Conduce el programa Mujer
para la gloria de Dios, en Radio
Eternidad. Puedes seguirla en Twitter
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