Estudio forenses revelan que las manchas de sangre sábanas santa y son
falsas.
La sábana santa o
sudario de Turín. Para algunos, la reliquia más valiosa de la cristiandad. Para
otros, un elaborado bulo confeccionado siglos después de la crucifixión de
Cristo.
Un nuevo estudio
que ha analizado la disposición de las manchas de sangre de la tela apunta en
esta segunda dirección son falsas.
La hipótesis
oficial entre los creyentes es que esas marcas corresponden al rostro y cuerpo
de Cristo, y que la sábana santa fue precisamente la tela que usaron como
sudario para envolver su cadaver los tres días que, según la tradición bíblica,
permaneció en una cripta antes de resucitar.
Decimos creyentes
porque aunque la iglesia católica tolera la devoción hacia este objeto, nunca
ha aceptado ni negado oficialmente su autenticidad. La sábana santa comenzó a
investigarse en serio desde el punto de vista científico en 1973, cuando un
equipo internacional de serólogos forenses, anatomistas, radiólogos,
historiadores, y físicos examinó la tela.
El equipo concluyó
que lo más probable era que el sudario fuera una falsificación, pero no pudo
reunir pruebas que lo confirmaran así que se mantuvo neutral al respecto. Lo
mismo sucedió con un estudio posterior en 1978.
El primer varapalo
importante a la supuesta autenticidad de la tela llegó cuando el Vaticano
autorizó la realización de una prueba de datación por isótopos de carbono.
Laboratorios de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, la Universidad de
Oxford y la Universidad de Arizona determinaron que el lienzo no es tan antiguo
y apuntaron su creación a algún momento de la Edad Media entre los años 1260 y
1390 después de Cristo.
El mayor problema
de la sábana santa es que a día de hoy no se sabe exactamente cómo pudo la
imagen de la persona envuelta en el sudario transmitirse a la tela (si es que
realmente fue así y no la pintó alguien muy habilidoso). Los creyentes apuntan
a que fue la propia resurrección la que dejó ese rastro en la tela como si
fuera el negativo de una fotografía. Según esta hipótesis, Da Vinci dibujó
la figura mediante técnicas fotográficas, fabricando una cámara oscura y
utilizando pigmentos fotosensibles.
El encargo era
precisamente fabricar una sábana santa más creíble que la que se exponía hasta
entonces en Lirey. Da Vinci ya tenía los conocimientos necesarios para realizar
un encargo así, por raro que parezca.
Llegamos a la
actualidad. El antropólogo forense Matteo Borrini y el experto en química
orgánica Luigi Garlaschelli decidieron analizar una característica muy concreta
de la sábana santa. Sus manchas de sangre. Aparte de la vaporosa figura de la
persona a la que supuestamente envolvieron con el sudario, la tela tiene marcas
de sangre que concuerdan con heridas en las manos y una laceración en el torso
que supuestamente concuerda con la lanzada que recibió Cristo cuando estaba en
la cruz.
Borrini y
Garlaschelli han analizado la manera en la que la sangre manaría de este tipo
de heridas en un cadaver envuelto en tela y para ello han empleado un maniquí y
sangre real donada para la investigación así como sangre sintética con las
mismas propiedades.
¿Sus conclusiones?
Las manchas de sangre no pueden ser reales. Los flujos de sangre que
supuestamente manaron de las manos y mancharon la tela no concuerdan con el
ángulo de los brazos que aparece marcado en el lienzo. En cuanto a la sangre
que mana del costado, la marca coincidiría con la de una persona a la que
hubieran herido en posición vertical, pero no con la de un cuerpo sangrando
tumbado boca arriba.
Por último, nada
explica el patrón de la sangre acumulada bajo la cintura. Si envolvemos un
cadáver en lino y lo dejamos sangrar boca arriba es imposible que se formen
esas manchas.
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