Los orígenes de la Inquisición
Hay dos
periodos diferenciados en cuanto a la Inquisición Española: el primero
comportaría desde sus comienzos hasta la gran remodelación sufrida en tiempos
de los Reyes Católicos.
Detalle del
cuadro Santo Domingo de Guzmán, por Claudio Coello (c. 1685), Museo del Prado.
A lo largo
de ella conoceremos la Inquisición desde su nacimiento hasta su abolición en
1808 por Napoleón, así como por la posterior Constitución Española de 1812 a
través del tímido decreto de 22 de febrero de 1813, sobre la abolición de la
Inquisición y el establecimiento de los Tribunales Protectores de la fe.
Pero la
Inquisición no se detiene aquí. Inquisición y Vaticano son elementos
inseparables y el papado ha mantenido vigente esta Institución hasta nuestros
días, procediendo a renombrarla como si de un archivo informático se tratase.
En España Juntas de Fe o Tribunales protectores de la
fe fueron algunos de los ejemplos de las instituciones que velaban por la
pureza de fe de la muy católica España. En el Vaticano, conscientes de la mala
prensa ya de la Inquisición, procedió Pio X a su renombre por el de Congregación
del Santo Oficio. Sustituye al anterior, Congregación Universal de la
Inquisición, Paulo III, 1542.
El último
blanqueamiento del sepulcro inquisitorial se produjo en 1965 por Paulo VI, a
través de la carta apostólica motu proprio ‘Integrae Servandae’, donde
pasa a recibir la denominación de Congregación para la Doctrina de la Fe.
Búsquenla en el Vaticano. Aún existe y está plenamente vigente, y el Papa
emérito Ratzinger fue su Prefecto desde 1981 hasta ser nombrado pontifex
summus.
Antigua y Nueva Inquisición
Podemos
establecer dos periodos diferenciados en cuanto a la Inquisición Española.
El primero
comportaría desde sus comienzos hasta la gran remodelación sufrida en tiempos
de los Reyes Católicos. Concretamente podríamos trazar la frontera entre ambas
en el año 1478 coincidiendo con la Bula Exigit sincerae devotionis. En
ella Sixto IV concedía a Isabel y Fernando la refundación de una Inquisición
adaptada a sus necesidades políticas y económicas. Especialmente útil bula e
institución para apoyar la expulsión de los judíos en España en 1492.
Institución que años más tarde serviría como máquina de exterminio
perfectamente engrasada para aplastar los movimientos protestantes españoles
que surgirían en el S.XVI.
La herejía Cátara
Tras la
cruzada albigense de Luis VIII de Francia contra los cátaros, multitud de ellos
cruzaron la frontera de Aragón en busca de refugio. Allí Jaime I el
conquistador los esperaría con no mucha más amabilidad. Ya en 1226 emitiría un
edicto en contra de esta invasión herética. Fue en el año 1232 cuando el papa
Gregorio IX promulgara la bula Declinate iam mundi vespere dirigida a
Espárrago de Barca, arzobispo de Tarragona. En ella encargaba a todos los
súbditos del territorio la lucha contra estos herejes cátaros, bien por sí
mismos, bien a través de la orden de los Dominicos. No tardaron en concretar
estas instrucciones mediante un sínodo en Tarragona y la publicación de nuevas
instrucciones por Jaime I. Servirían como base el decreto Excommunicamus
et anathematizamus y las prescripciones del emperador romano Anibaldo
sobre la persecución de herejes.
Una serie de instrucciones sucesivas y diversos avances
durante los años 1235 y 1238 terminarían por dar la práctica exclusiva de la
persecución herética a la orden mendicante de los Dominicos, los domini canes, los perros del señor. Urbano IV
culminaría este tránsito de exclusividad para los dominicos, alentándoles a la
persecución de las Vinea Domini extermitatis vulpeculis, quae peruersis
morsibus demoliuntur eanden‘. Todo, claro está, a cambio de ricas indulgencias
para esta orden.
Fuente y Autor: ESPAÑA PROTESTANTE AUTOR Juan Ramón Méndez Martos
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