Impactante. Aumenta ferozmente la taza de suicidio a 800 mil muertes
anuales.
Según la Organización Mundial de la
Salud (OMS), cada 40 segundos, alguien en el mundo saca su propia vida. El
número de muertes autoprovocadas es considerablemente mayor que las causadas
por homicidio 800 mil por año, contra 470 mil.
Estas tasas siguen avanzando,
especialmente en los países pobres y en desarrollo. Los expertos dicen que
ese es un fenómeno complejo, que “exige enfoques en múltiples frentes”.
El tema del suicidio parece ganar
mayor visibilidad cuando se trata de la muerte de celebridades. La
Asociación Internacional de Prevención del Suicidio, la mayor ONG que actúa en
esa área, fue fundada en la década de 1960. Debido a su actuación, se creó el
Septiembre Amarillo, que se consolidó como fecha mundial de concientización
sobre el problema.
Sin embargo, las campañas no son
suficientes, como recuerda el psiquiatra Antonio Geraldo da Silva, director y
superintendente técnico de la Asociación Brasileña de Psiquiatría
(ABP). “La forma de enfoque sigue siendo preconcebida. La gente no
quiere aceptar que la enfermedad mental existe. Pero hay que dejar claro
que el suicidio es una emergencia médica. Casi el 100% de las personas que
han intentado o se han suicidado tienen un cuadro psiquiátrico. Y son
enfermedades mentales tratables. Es el preconcepto que estrangula la
prevención “, apunta.
El psicólogo Roseli Kühnrich
que escribe extensamente acerca de cómo está también presente en las
iglesias de suicidio , alcanzando incluyendo pastores, dice que “independientemente
de su clase social, cultura o religión, afecta a todo tipo de personas.”
Según ella, “como cristianos, no nos
corresponde juzgar, sino acoger a las familias enlutadas, no aumentando su
enorme sufrimiento”. Kühnrich destaca
que hay ayuda
disponible para los que la buscan “El preconcepto religioso de buscar
ayuda se basa en un triunfalismo peligroso. “Dios me va a curar”, aseguran
algunos. Sí, Dios puede, pero él ha capacitado a personas para cuidar de
las personas “.
En nuestro país, hay situaciones que
llaman atención, como la de los indígenas de São Gabriel de la Cachoeira (AM),
donde la tasa de mortalidad por suicidio entre la población adulta es 22,7 –
casi cuatro veces mayor que la media nacional (5, 7 de cada 100 mil habitantes,
según el Ministerio de Salud).
Los datos de 2017 de la Agenda
Estratégica de Prevención del Suicidio, indican que el levantamiento de la tasa
de ocurrencia en 100 mil aumentó de 5,3 en 2011 a 5,7 en 2015.
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