Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas. Salmos 139:16
Según la medicina legal, se define al aborto como “la interrupción del embarazo en cualquier momento del mismo con muerte del producto de la concepción”. O sea que es la muerte de la “persona por nacer”, considerándose como tal a las que, no habiendo nacido se hallan concebidas en el seno materno.
Desde la fe bíblica Dios es el que da la vida : “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Génesis 2:7). El Señor quita la vida y la da; nos hace bajar al sepulcro y de él nos hace subir. (1 Samuel 2:6-8)
Desde la Biblia-al cual pertenece el pentecostalismo- no existe ningún pasaje que avale la “Ideología de Genero” y muchos menos asesinar a los seres más inocentes de la creación: ” el niño ´por nacer”, que ya es una persona desde el momento de la concepción.

¿El hijo por nacer es parte del cuerpo de la madre?

El argumento más común de los abortistas sostiene que el hijo por nacer es parte del cuerpo de la madre, y que ella debe decidir hacer con su cuerpo lo que desea. Veamos lo que dice la ciencia:
Desde la concepción existe una vida humana y que el embrión –hasta la octava semana– y el feto –a partir de la novena semana– es un ser humano singular, distinto e independiente de la madre. Señalar, como se propende a proclamar, que el aborto es un ejercicio de libertad porque la mujer es dueña de su propio cuerpo, es una falsedad, porque el aborto afecta a una vida distinta a la de la mujer embazada.

¿Legalizar el aborto reduce el aborto clandestino y el riesgo para las madres?

Un argumento habitual del movimiento abortista es que legalizar el aborto hace que se reduzca la práctica de abortos clandestinos, que suponen un grave riesgo para la salud de las madres que abortan.
El aborto es en sí mismo una práctica quirúrgica que mas allá de realizarse en el quirófano de un hospital o clandestinamente , la mujer está en riesgo de padecer lesiones en su útero e incluso la muerte por complicaciones como la perforación uterina.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10)
Es una contradicción entre lo que dice Jesucristo y aquellos que defienden el abismo de la muerte.
No somos mensajeros de la muerte por una falsa igualdad de derechos.
Los pentecostales ” NO ABORTAMOS, DEFENDEMOS LA VIDA”. Gozamos de una vida plena y libre, vivimos felices con nuestras familias , con nuestros hijos, a los cuales jamás los hubiésemos abortado, ni en las más difíciles circunstancias.
Creemos en un Dios poderoso que todo lo puede y ama la vida.
Dr. Gabriel Pedro Flores
Fuente La Gaceta Cristiana